Participantes de BEV Filmonomics Caribbean
El equipo de SWOT emerge de las profundidades del legendario Hotel Capri de La Habana tras cuatro días de ardua labor.

Una iniciativa del British Council, en colaboración con el Festival Birds Eye View en el Reino Unido, para ayudar a potenciar a las mujeres realizadoras en la región. Nuestro más reciente taller tuvo lugar en La Habana en diciembre de 2014, y su objetivo fue ofrecer a las participantes un conocimiento de las estrategias comerciales del cine, para permitirles tener conciencia del mercado a la hora tomar decisiones sobre todos los aspectos de sus propios proyectos. Acudieron participantes de Cuba, Jamaica, Trinidad y Tobago, Haití y República Dominicana.

Toni Blackford, una de las dos cineastas jamaicanas, reflexionó sobre su participación en el taller:

“Me encanta el Caribe. Es mi hogar. La comida, la gente, la cultura: ofrece una abundancia de experiencias. Esta estrecha cadena de islas únicas, bendecidas con un clima tropical y aguas cálidas, tiene una corta pero intensa historia salpicada de lucha y triunfos a partes iguales. Hay mucho que aprender y es solo una fracción lo que puede descubrirse en las anécdotas de otros. Por eso recibo con agrado cualquier oportunidad para explorarlo por mí misma.

En un esfuerzo conjunto para potenciar a las mujeres realizadoras en el Caribe, el British Council y Birds Eye View elaboraron un taller de cuatro días en la histórica Habana, Cuba, donde se guió a las participantes a través del complicado panorama de la creación y la promoción de proyectos en una industria densamente poblada y siempre en evolución.

Con anterioridad en este año, ambas organizaciones acogieron a una delegación mayor y más internacional en el centro de Londres para la 9na edición del festival de cine nominalmente para mujeres de Birds Eye View. Aunque fue informativo y ameno, todas nos fuimos deseando saber más, y en La Habana nos cumplieron ese deseo.

Nuestros reconocidos mentores, Mia Bays y Jay Basu llegaron al diálogo sin pretensiones, compartiendo el conocimiento que han ganado con esfuerzo, y ofreciendo un oído atento a los retos que cada una tiene en su país. Fueron abiertos, afectuosos y amables, dirigiendo las sesiones más como intercambios que como conferencias.

El programa que diseñaron abarcó áreas que se encontraban inexploradas, y nos permitió desarrollar nuestros propios proyectos, arrojando nueva luz sobre las posibilidades futuras. De particular importancia fue el análisis SWOT (Strengths (Fortalezas), Weaknesses (Debilidades), Opportunities (Oportunidades) y Threats (Amenazas)), nuestro ejercicio final, donde colectivamente examinamos las ventajas y desventajas de las películas futuras de cada una. Al final, todas salimos con un esquema de ellas en una gran hoja de papel, una especie de souvenir especial, para que sirva de recuerdo e inspiración.

En este grupo más pequeño desarrollamos un compañerismo más profundo, que se fortaleció en almuerzos y cenas en grupo. Las charlas durante los descansos fueron más conversaciones amigables que intercambios de contactos, y a menudo sentí que no solo tenía voz, sino que tenía un público dispuesto. Para una mujer que trabaja en el cine, el apoyo de ese tipo es muy importante; te da la confianza necesaria para seguir adelante, la misma confianza que suele ser puesta en duda en el bregar diario de trabajar en este medio.

Y luego se tiene una sede como La Habana: ciudad hermosa, magnífica, rica en cultura, donde se siente la fuerza y la alegría de la gente. Durante paseos con las demás delegadas, fui cautivada por la arquitectura: edificios altos en el estilo de los años 60 frente a apartamentos más pequeños y hermosas casas con intrincada estética. Aunque algunas estaban más deslustradas que otras, era visible que cada una tenía una historia en sus paredes. Lo mismo puede decirse de los autos – ¡porque no puede mencionarse a Cuba y no hablar de los autos! – estos bien conservados vestigios de un pasado imperialista estaban por todas partes, transitando por las calles en toda su colorida gloria, como juguetes en tamaño natural. Aunque hay diferencias evidentes (el idioma, la composición racial y la infraestructura, por ejemplo) con Jamaica, de donde soy, La Habana me pareció muy familiar. A la hora de irme sentí un pesar, como nostalgia, que me embargaba. Mientras escribo esto, me doy cuenta de que fue una mezcla de elementos: nuestros amables anfitriones del British Council, nuestros serviciales mentores de Birds Eye View, mis talentosas compañeras delegadas y la hermosa Habana misma.

Siento inmensa gratitud hacia todos aquellos que he mencionado, por elaborar un programa asombroso y aportarnos nuevas visiones. La importancia de esta empresa no puede medirse, y solo puedo esperar que mi trabajo refleje las lecciones aprendidas.”